Desobediencia civil u obligación moral?

Los que me seguís en el blog y los que me conocéis, sabéis que llevo mucho tiempo defendiendo la idea de parar España como única solución al actual status quo.

Los españoles tendemos al pesimismo y solemos decir al familiar o amigo cercano que nos comenta su idea de emprender un negocio cosas como: “estás loco!”, “quítate los pájaros de la cabeza”, “Eso es imposible!”, “Nadie hará nada por ti!”, “estás perdiendo el tiempo”... y así nos luce el pelo en cuanto a empleo se refiere.

En la misma línea, algunos me dicen que estoy soñando cuando digo que podemos cambiar la situación, que nadie mueve un dedo por el vecino; a esto siempre contesto que sólo podemos salir nosotros de la trampa que nos pusieron los políticos (que evidentemente no nos ayudarán jamás, pues sería el fin de sus privilegios) en el 76 con la mal llamada “transición”, puesto que seguimos en una dictadura, pero en un concepto nuevo llamado ‘dictadura democrática’, dónde te hacen creer que tienes el poder pero en realidad no es así.

En la universidad te enseñan que en los momentos de crisis, de vacas flacas, no nos tenemos que venir abajo y deprimirnos, sino ver una oportunidad para renacer con más fuerza y es así como tenemos que ver esta situación actual.

El pesimismo debemos erradicarlo de nuestras mentes, puesto que es justo lo que quieren los políticos que se instaure en la sociedad con sus actuaciones, sus reducciones en educación...nos quieren bien aborregaditos y sentaditos en el sofá de casa (que tenemos que pagar a plazos porque la nómina no nos da para más).

El optimismo es el arma de los valientes, de los que no se rinden, de los que no se cobijan bajo el lema “todos son igual y no hay nada que hacer”. Claro que se puede hacer y debemos hacerlo. Lo que tenemos que tener claro es que el cambio supone sacrificar nuestra situación actual, con el evidente riesgo de empeorarla, en busca de un objetivo mucho más ambicioso y a la vez legítimo como es la verdadera libertad y soberanía popular.

Se pregunta hace tiempo José luís Sampedro: “de qué sirve la libertad de expresión, si desde pequeñito te dicen lo que tienes que pensar?” y creo sinceramente que dio en el clavo. Tenemos que tener la suficiente madurez de tomar distancia de lo que nos rodea y pensar por nosotros mismos, pues de lo contrario, somos esclavos del pasado.

No debemos olvidar que somos herederos de personas que vivieron en mayor o menor medida los horrores de la Guerra Civil y una falsa transición que dio al traste con sus ilusiones de cambio y que por tanto, es lógico que estén viciadas en su pensamiento.

Tenemos que ser capaces, y yo el primero, de tomar conciencia de la actual situación y distinguir. No es cuestión de izquierdas o derechas, cristianos o musulmanes, blancos o negros, sino de buenos o malos gobernantes y estaremos casi todos de acuerdo que los actuales gobernantes (350 diputados) son una casta política que nos tiene tomada la medida y hacen las leyes a su gusto sin importarles ni un carajo lo que pensemos, siempre beneficiando a sus intereses.

Un claro ejemplo es que nos veamos obligados a salir a la calle para reclamar un referéndum que tendría que ser natural, como lo es el de la reforma constitucional. No tendría que hacer falta decir nada. Y lejos de ello, se pasan nuestra petición una vez más por el arco del triunfo y sacan adelante la reforma con la escusa de ser una “democracia representativa”.

Señores políticos, que estemos en una democracia representativa no les da el derecho de hacer lo que les plazca durante 4 años, pues somos nosotros los que tenemos el poder (articulo 1.2 de la Constitución) y estamos legitimados a decirles en cualquier momento que por ahí no van bien o que no nos sentimos representados aunque les hayamos votado.

Tenemos centenares de ejemplos todos los años de la desfachatez con la que nos menosprecian los políticos de hoy en día: Recortes en sanidad, coches oficiales que van a por paellas los domingos, sueldos desorbitados de la clase política, contratación irregular, cohecho, prevaricación,...A quién están representando cuando cometen todas estas tropelías? Que intereses defienden en las Cortes?

Por todo ello tenemos que decir basta y no con manifestaciones porque ya hemos visto el caso que nos hacen; debemos de darles en la línea de flotación aunque ellos lo tachen de “desobediencia civil” o incluso “terrorismo ciudadano”.

Todos sabemos que los políticos durante las legislaturas se dedican a hacer contactos con empresas privadas y favoreciéndolas con la legislación para así, una vez fuera de la política, puedan tener un puesto en dichas multinacionales (González, Aznar,...). Es por ello por lo que digo que si dejamos de trabajar, les damos en la línea de flotación, pues si Enron o Endesa no gana ellos tampoco.

Os habéis parado a pensar lo que le puede suponer a Iberdrola, Repsol o Movistar, que sus trabajadores dejen de trabajar un sólo día? Os imagináis el dinero que dejan de ganar?

Está claro que las pequeñas y medianas empresas no tienen esa repercusión, sin embargo, he dicho antes que somos nosotros los que nos podemos sacar del atolladero en el que nos encontramos y debemos de hacerlo unidos. De nada nos sirve hacer la guerra por nuestra cuenta; ya se sabe que “el pueblo vencido, jamás estuvo unido”, y debemos de hacer una acción conjunta y con el sacrificio de todos.

Tenemos que ser capaces de ver que si sacrificamos la ficticia comodidad en la que nos han hecho creer vivir, podemos conseguir una verdadera comodidad, una verdadera libertad de expresión. Debemos de ser capaces de entender que no hay premio sin sacrificio y que somos los primeros que debemos cambiar, para que el sueño se convierta en realidad.

Esto es un intento de animar a los pesimistas, de intentar hacerte ver que yo estoy contigo, que juntos podemos. Debemos de romper con todo, pues no es desobediencia civil, sino obligación moral para con nuestros hijos, hermanos y amigos. De no ser así, nos tendrán ocupados con iPads, mundiales o sálvame y jamás podremos ver más allá de nuestra nariz.

2 comentarios:

  1. Pues debemos tener muy malos gobernantes, en general y con raras, rarísimas excepciones. Estoy depre, lo siento

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  2. Pues anímate Nicolás porque esto o lo arreglamos nosotros o no lo arregla nadie!

    Cristina, no te preocupes que me pongo a ello y te ayudo.

    Un saludo,

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