El Ágora, para los que no seáis de la Comunidad Valenciana,
es un edificio que costó 100 millones de euros (con un presupuesto inicial de
50M) para que se abriera una semana escasa al año para la disputa del open 500
de Valencia. El resto de días 357, permanece cerrado a cal y canto.
Eso si, durante esa semana se dan cita allí cientos de
millones de euros entre empresas colaboradoras, familias aristocráticas
valencianas y gentes varias con poder adquisitivo.
Pero lo que chirría no es el ridículo uso de la gran
clotxina (como la llama Mónica Oltra de Compromís), sino que en el mismo lecho
del antiguo cauce del río Turia, donde fue construido ese monstruo arquitectónico
por el hijo predilecto de Benimamet Santiago Calatrava, a no más de 2 kilómetros
de distancia, centenares de sin techo se pertrechan entre cartones y bricks de
vino tinto para intentar mal dormir una noche más. Algo mal estamos haciendo
cuando en el mismo cauce se juntan Ferraris y cartones de nevera, nos hemos
dejado por el camino algo, o la solidaridad o el cerebro.
Que el mundo está al revés lo venimos desgranando artículo a
artículo, pero hay días que te paras a pensar y ves como la bipolaridad social
se ve reflejada de forma kafkiana. Pararos a pensar un segundo...
Mientras que en el puente de Calatrava, el primero de ellos construido hace ya
años, centenares de personas pelean día a día por algo que llevarse a la boca;
dos kilómetros más allá, en otra ostentosa construcción calatravesca, los
camareros del catering de turno tiran la comida sobrante a la basura.

El mundo está patas arriba. En qué momento los humanos nos
hemos vuelto locos, insensibles y ególatras sin ser capaces de mirar a nuestro
alrededor y ver que hay gente que no tienen ni la enésima parte que nosotros? Qué
narices nos ha pasado?
Yo soy de la opinión de que hace falta hacer algo
pero enmarcado en un plan más agresivo y que no se me entienda mal. Desde el 15-M
podemos aseverar dos cosas: que buena parte de la ciudadanía mundial nos hemos cansado
de la dictadura democrática en la que vivimos y que a los políticos les trae
sin cuidado que nos manifestemos, acampemos o nos peguemos cabezazos contra las
paredes de los ayuntamientos.
Por qué no realizar una acción global contra los poderosos? Retirada
real y coordinada de efectivo de bancos inhumanos como el Santander, decretar
una jornada de huelga general a escala mundial, que deberíamos secundar los
afortunados que aun tenemos un jefe hijo de perra que nos machaca, con la
crisis como escudo...
Opciones hay mil y no se cual sería la mejor opción. Lo que
tengo claro es que una manifestación, aunque completamente legítima y que
espero que sea secundada por la mayor cantidad de gente posible, no deja de ser
una acción que no altera los bolsillos de los ricachones y por tanto no
les preocupa. Si sabemos que los que tienen el dinero sólo responden a él, por qué no les damos ahí? dónde les duele, el resto les da igual.
Perdonarme pero tengo esa idea sobre las manifestaciones en
el s.XXI, creo sinceramente que hace falta algo más. Sin embargo, siguen siendo
muchos los motivos por los que acudir mañana a la manifestación global del 15-O,
y las desigualdades son algo muy justo por lo que pelear este sábado y que cada
día se hacen mucho más visibles y ridículas, dadas las enormes diferencias
existentes hoy en día.

Insisto que ir a la manifestación y volver a nuestras vidas
sin cambio alguno no servirá de nada. Iremos, gritaremos, nos desahogaremos
pero seguiremos inmersos en la misma mierda en la que quieren que vivamos.
Cambiemos, querer un cambio global es legítimo e incluso
necesario, pero que no nos despiste esto la base de este cambio, que no es otro
que el cambio en nuestra forma de afrontar la vida.
Cambia tú y el mundo será cambiado!
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